lunes, 9 de abril de 2012

Las huellas fósiles de la lluvia describen la atmósfera primitiva de la Tierra.


La marca que dejaron las gotas de agua hace 2.700 millones de años ha servido para deducir cómo era el ambiente en el planeta azul. Los resultados rebajan la densidad del aire en comparación con los niveles actuales.

Las gotas de agua que se han analizado provienen de la lluvia que cayó en ceniza volcánica hace entre 2.700 y 11.700 millones de años. Al entrar en contacto con la superficie, estas lágrimas crearon hoyuelos que más tarde se integraron en las rocas del sur de África que ahora se han estudiado.

La forma de las gotas de agua depende de la presión atmosférica. Para ser consideradas como tal, su tamaño no debe crecer más de siete milímetros de diámetro. Cuando alcanzan esa medida, se disuelven en gotas más pequeñas. Para asegurarse de ello, los investigadores examinaron con detenimiento las huellas que dejaron las gotas de lluvia que cayeron en la ceniza del volcán islandés Eyjafjalla, que paralizó el espacio aéreo europeo en 2010.

Estas investigaciones permiten obtener un conocimiento más amplio de la climatología de la antigüedad gracias a la arqueología, lo que nos permite intuir, a través de previos cambios climatológicos, como puede cambiar la climatología de los próximos miles de años.

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